El bullicio de las conversaciones y las risas rompió la rutina del Batallón de Reclutas de la Escuela Naval “Arturo Prat”. De pronto, los primeros abrazos lo llenaron todo: algunos apretados y silenciosos, otros acompañados de lágrimas y palabras atropelladas por la emoción. En un instante, las semanas de esfuerzo parecían desvanecerse y solo quedaba la calidez de estar juntos otra vez.
Desde distintos rincones del país, padres, hermanos y abuelos viajaron hasta la Escuela Matriz en Valparaíso, para este esperado reencuentro. Para muchos, la última vez que vieron a sus hijos fue el 28 de enero, cuando los 150 jóvenes se incorporaron al plantel. Desde entonces, los Reclutas han enfrentado un proceso de instrucción básica riguroso, donde cada jornada ha sido una prueba de disciplina, resistencia y alto compromiso, forjando el temple que distingue a un Oficial de Marina.
El Recluta Tomás Muñoz Anguita, comentó sobre la emoción de encontrarse con su familia: “estamos en la segunda visita, muy felices y es super reconfortante volver a ver a la familia. Es una instancia de recarga de energía para seguir la semana”.
Para los Oficiales de División, este reencuentro es clave en la formación naval. “El apoyo de la familia es un pilar fundamental”, explicaba un Oficial, mientras observaba cómo los Reclutas disfrutaban de este momento, dejando de lado por unas horas la exigencia de la instrucción para simplemente ser hijos y hermanos.
Con un último abrazo y un “nos vemos pronto”, las familias se alejaron, mientras los Reclutas retomaban su formación. El proceso formativo continúa, pero el recuerdo de este día de reencuentro familiar, lo hace más llevadero.